Entrañando

Añora, conteniendo dentro de sí una sensación ajena que se clava en lo más hondo de su cuerpo. Aún en el pasado, le recorre de a poco un vacío que entra por su ojos viejos hasta caer, con un gran eco, en lo profundo de su ser.

Deja de respirar, se inunda de sal.

Instintos corporales la expulsan y la elevan a la copa más alta de su mirada. El viento, cual alfombra mágica, la levita equilibrando su respiración. Mientras tanto ella sólo observa, guarda silencio siendo paciente para permitirle al tiempo germinar otra historia, se metamorfea con el presente, florece el coraje y voltea preparada para mirar de frente.